He aprendido mucho sobre cómo aplicar los instrumentos y los principios espirituales de Al‑Anon al escuchar a los miembros compartir su experiencia, fortaleza y esperanza en las reuniones. Pero también he encontrado lecciones en lugares inesperados.

Durante una caminata por el Gran Cañón hace unos años, me detuve en una estación de guardabosques para recargar mi botella de agua y leer algunos volantes con consejos para las caminatas. Uno de ellos recomendaba que los excursionistas descansaran diez minutos cada hora y elevaran los pies para despejar la acumulación de ácido láctico en las piernas. El volante decía que la mayoría de los excursionistas no hacen eso porque temen ir más lento. Pero, de hecho, los que siguen ese consejo hacen un mejor tiempo porque caminan con fuerza y energía renovadas.

Cuando leí esto, pensé en el lema «Mantenlo simple». Había estado en Al‑Anon durante algún tiempo, pero no había prestado mucha atención a ese lema. Ser amable conmigo misma era un concepto extraño. Siempre me esforzaba por terminar todo lo que tenía que hacer antes de sentarme al final del día.

Pero unos días después de mi caminata por el Gran Cañón, miré por la ventana mientras lavaba los platos y vi a mi esposo mirando la puesta de sol. En lugar de sentir envidia o resentimiento, decidí seguir su ejemplo y practicar el lema «Mantenlo simple». Tomé un descanso de lavar los platos y me uní a él. La puesta de sol esa noche fue magnífica, pero nuestra conversación fue aún mejor.

Anteriormente, cuando terminaba todas las tareas del hogar y finalmente me sentaba, mi esposo habría estado viendo la televisión y ya no tenía muchas ganas de hablar. Me di cuenta de que me había perdido algo más que las puestas de sol. Me había estado perdiendo una oportunidad diaria para conectarme. Desde entonces, me he propuesto practicar el lema «Mantenlo simple». Dejo lo que sea que esté haciendo al atardecer para sentarme con mi esposo y hablar. También he aprendido a tomar descansos en otros momentos, en lugar desgastarme. Ahora disfruto más la vida.

Del mismo modo, al practicar el lema «Primero las cosas más importantes», descubrí que todas las tareas que deben hacerse por lo regular se hacen. Las cosas que no se hacen generalmente no son tan importantes. Ciertamente no son tan importantes como el asombro que siento cuando me detengo a maravillarme ante la belleza de la creación de mi Poder Superior o por la mayor intimidad que ha surgido al pasar más tiempo de calidad con el hombre que amo.

Por Kathy M., Arizona

The Forum, junio de 2023

 

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