Por muchos años estuve yendo y dejando de ir a reuniones de Al‑Anon. En muy raras ocasiones veía a otros hombres allí, por eso se me hacía difícil. No obstante, en tan solo una hora me di cuenta de que me sentía seguro y a gusto. Me llevó bastante tiempo fijarme en lo que hacía y tomar una decisión. Al seguir viniendo a las reuniones de Al‑Anon con regularidad, me aliviaba y realizaba cambios positivos en mi vida y en la vida de mis hijos.
Aprendí a abrir los oídos y a cerrar la boca. Pronto encontré reuniones que también incluían a más hombres. Encontré apoyo dentro y fuera de los salones de Al‑Anon. Finalmente, aprendí a compartir también mis ideas. Ahora incluso asisto a reuniones solo para hombres de vez en cuando.
Al‑Anon me salvó la vida. Hoy trato de acercarme a los hombres recién llegados y decirles que «sigan viniendo». Quiero que todos los recién llegados sepan que tanto los hombres como las mujeres estamos aquí para apoyarlos.
Dov L. – Florida
Al‑Anon se enfrenta al alcoholismo 2018