Me crie en un hogar disfuncional, así que conocía muy bien el caos. Siempre sentí que algo andaba mal, pero no sabía lo que era ni tampoco cómo arreglarlo.
Cuando tenía 20 años, tuve mi primer hijo. A los 25 me divorcié y tenía dos niños varones que criar. A los 30, me casé con mi segunda alcohólica. Ella era una buena persona, mantenía un trabajo, ayudaba mucho con la crianza de mis dos hijos, y yo la amaba. Su alcoholismo empeoró luego de que los hijos se fueron de casa y yo pensé en divorciarme, pero no podía abandonar a mi esposa. A los 50 años, mi vida se había vuelto ingobernable y yo no sabía a dónde ir. A los 54, debo haber tenido suficiente ira, resentimiento y ansiedad como para saber que necesitaba ayuda y hacer algo al respecto —lo que fuera—.
Por medio de múltiples visitas a las salas de emergencia y centros de rehabilitación, escuché acerca de Al‑Anon. Pero yo siempre supuse que mi esposa era la que tenía el problema, no yo. No obstante, sí me di cuenta de que lo que yo estaba haciendo no estaba funcionando, así que, en enero de 2015 fui a mi primera reunión de Al‑Anon. La gente era amable y sus historias eran muy parecidas a las mías. La primera cosa a la que me aferré fue una lista titulada «Lo que debes y no debes hacer». De inmediato supe que yo estaba haciendo casi todos los «no debes» y ninguno de los «debes». Un miembro sugirió que cada semana intentara pensar acerca de uno de los elementos en la lista de «debes» y uno en la lista de «lo que no debes», así que imprimí la lista y la pegué en mi pared. Muy pronto pude sorprenderme a mí mismo antes de hacer uno de los «no debes».
Tras mi primera reunión de Al‑Anon, me sentí mejor acerca de la vida, y las cosas ya no parecían tan irremediables. Pensaba que, si una reunión había sido buena, entonces dos serían algo mejor. También conocí a un hombre sabio en el programa quien me dirigió a una reunión de Al‑Anon que era especialmente para hombres. Me dijo que creía que el programa realmente no despegaba hasta que uno adoptara los Doce Pasos.
Mi esposa murió debido a su enfermedad aproximadamente un año después de que yo decidiera tener un Padrino y comenzar a trabajar los Doce Pasos de Al‑Anon. El tiempo oportuno de Dios me salvó de una vida de pensamientos negativos. Todavía voy a reuniones de Al‑Anon y doy servicio voluntario en el programa. Ahora tengo una buena idea de cómo ayudar a los demás y también cómo cuidar bien de mí mismo.
Por John H., Texas
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2019