Muchas voces, un mismo viaje (SB‑31)

Capítulo Uno
Alcoholismo y aislamiento
1925-1950

1925

Lois W. tenía un motivo secreto cuando ella y su esposo, Bill, partieron de la Ciudad de Nueva York en 1925 por un año como “trotamundos en motocicleta”. Bill quería descubrir oportunidades de inversión visitando diferentes compañías a lo largo del país y aprender acerca de ellas por sí mismo. Lois escribió:

Mis razones para desear tomar un descanso eran muy diferentes. Aun cuando pensaba que las teorías bursátiles de Bill eran razonables, yo quería que se alejara de Nueva York, un lugar con cantinas (tabernas, como les llamaban entonces) en muchas esquinas, y lejos de sus amigos, pues yo consideraba que tanto las cantinas como sus amigos contribuían enormemente a su bebida excesiva. Un año al aire libre, lo cual ambos amábamos, me daría la oportunidad de enderezarlo.<sup>1</sup>

Lois creía que podía cambiar a Bill al cambiar su entorno y alejándolo de las malas influencias de ciertos amigos. Ella había estado casada con él por siete años y tenía entonces treinta y cuatro años de edad. Sus expectativas eran poco realistas, tal y como lo demostraron varios incidentes durante su viaje en motocicleta.

Un fin de semana se fueron a acampar —lejos de las tabernas, de los amigos bebedores y de otras influencias negativas de la ciudad—. Sin embargo, Bill se había abastecido de suficiente licor para el fin de semana. Lois no admitió que su plan de enderezar a Bill había fallado, al menos no por ese fin de semana. En cambio, se embriagó ella misma —en un intento de darle una lección a Bill—. Ella escribió:

Como no había nadie que me viera “ponerme borracha”, pensé que sería una excelente oportunidad para ponerle un espejo en su cara y mostrarle lo ridícula que se ve una persona cuando se embriaga.

Sin embargo, el momento no fue propicio después de todo, ya que Bill pensó que era un estupendo juego y me animó a beber más y más hasta que yo estaba tan mareada que no podía sostener la cabeza. A la mañana siguiente él solo tenía una pequeña resaca —la mía era insoportable, y todo para nada—.<sup>2</sup>

Otro incidente en el viaje en motocicleta resaltó el contraste entre las expectativas de Lois y la realidad de la incontrolable compulsión a beber de Bill.

Cuando estábamos a punto de cruzar la frontera internacional de Canadá hacia los Estados Unidos, nos detuvimos a la entrada porque Bill dijo que quería comprar cigarros. Eso era absurdo, ya que los cigarros eran más caros en Canadá —pero el licor era más barato—. Yo no podía hacer nada más que esperar y esperar, horas y horas, estacionada en la plaza del puente, sin las llaves del auto y sin dinero, ya que Bill, quien había estado sobrio por algún tiempo, los llevaba consigo. Yo no tenía idea de a dónde había ido, pero finalmente empecé a caminar para buscarlo. Estaba oscureciendo y el área estaba llena de tabernas. Lo busqué en cada una de ellas hasta que por fin lo encontré, y apenas si podía caminar —¡y el dinero prácticamente se había ido!—<sup>3</sup>

Casi cincuenta años más tarde, en la película Lois’s Story (La Historia de Lois – solo en inglés) (1971), Lois recordó ese día. Todavía había sufrimiento y dolor en su voz al parpadear para contener sus lágrimas y mantener su compostura frente a las cámaras.<sup>4</sup>

Otra mujer quizá no se hubiera quedado ahí esperando durante tanto tiempo antes de intentar encontrar a su esposo. Otra mujer quizá no hubiera permanecido durante tanto tiempo en una relación como esa, después de tan penosa negligencia. Aún después de lo doloroso que pudo haber sido este incidente, Lois consideraba que el viaje en motocicleta había sido un gran progreso comparado con lo que ella hubiera vivido con Bill si se hubieran quedado en la Ciudad de Nueva York. “El viaje fue un éxito parcial desde mi punto de vista… porque frenó temporalmente la bebida de Bill” —escribió ella casi cincuenta años más tarde.<sup>5</sup>

Lois se inclinaba a ver el viaje como un éxito parcial porque en ese tiempo todavía no se desprendía de la idea de que la bebida de Bill era de alguna forma controlable —por ella—. Lois vio el viaje como una luz de esperanza, pero basó su esperanza en las expectativas poco realistas de que podría finalmente enderezar la vida de Bill —o al menos mejorarla un poco—. Ella aún no había aceptado que era incapaz ante el alcohol.