Yo no me crie en una familia alcohólica. Yo me crie en un mundo alcohólico. Todos los adultos que conocí bebían demasiado; esa era la norma. De toda mi familia inmediata, mi madre, una borracha cruel, fue la única que admitió su enfermedad. Como resultado, estuvo casi un año en una institución y se convirtió en una «borracha seca». Por supuesto, Alcohólicos Anónimos y Al‑Anon eran palabras desconocidas en mi familia. Después de todo, si no reconocíamos el problema, ciertamente no necesitábamos ayuda. Hace cinco años, mi hermana estaba literalmente muriendo de alcoholismo. Para prepararme para visitarla, fui a una reunión de Al‑Anon para obtener la cura mágica. Esta, por supuesto, era la razón equivocada, pero afortunadamente, seguí viniendo y descubrí que era yo quien necesitaba ayuda. Finalmente había encontrado un santuario en el cual aprender cómo perdonar y olvidar los demonios inculcados en mí durante mi juventud. Ciertamente no he alcanzado la perfección, pero el programa es más fuerte que yo, y yo puedo ver el progreso que ocurre en mi alma. La mejor parte de Al‑Anon es que no tiene graduación. Es un programa acerca de la vida, para toda la vida.
Por Toby F., Rhode Island
The Forum, Agosto de 2020
Puede reimprimir este artículo en su sitio web o en su boletín junto con la nota de reconocimiento siguiente: Reimpreso con el permiso de The Forum, Al-Anon Family Group Headquarters, Inc. Virginia Beach, Virginia.
Gracias por compartir historias llenas de esperanza para los hijos y familiares de los alcoholicos. Me gusta leerlas y encontrar algo de mi en cada una de éstas y en la recuperación de quien comparte.
Saludos!