Amo muchísimo a mi hermana mayor. La he admirado y respetado toda mi vida. Me sentí devastada cuando me di cuenta de que su bebida ocasional se había convertido en un hábito diario que estaba arruinando su salud, su trabajo y su familia.
He hecho todo lo que se me ocurre —gritar, rogar, suplicar, llorar, amenazar y reaccionar con el silencio—. Ella continúa bebiendo, y lo único que ahora es diferente es que ella trata de ocultarlo.
En Al‑Anon, poco a poco he adquirido suficiente perspectiva para darme cuenta de la diferencia entre las cosas de las que yo puedo ser responsable y lo que está más allá de mi control. He aprendido que no soy responsable de lo que ella escoja. He aprendido que puedo amarla como la hermana que es, pero puedo desprenderme de su enfermedad, la cual está más allá de mi control. Esa perspectiva me ayuda a vivir una vida pacífica, a pesar de que la vida de mi hermana sea caótica.
Por Lynn B., Massachusetts
Al-Anon se enfrenta al alcoholismo 2015